Una bullabesa inalcanzable
Riccardo me lleva caminando de una calle a otra. Acá, acullá. Alargamos el momento de cenar en espera de encuentros fortuitos. Sin almuerzo, o con almuerzos breves, con el cansancio puesto, el estómago pide compasión y el alma reconfortarse. Mi mente piensa constantemente en cómo tomarnos una bullabesa, con todos los riesgos de que la comunidad turística dé gato por liebre: ojos que no ven, corazón que no siente, ¿por qué vamos a saber dónde y quién tiene la legitimidad? Si el sabor basta, el cuerpo sonreirá.
Me detiene en una cervecería y yo pienso en si, tal vez, la hubiera checa o alemana. Tienen barril de Leffe y pido la más grande. Una joven rubia de la que no cabe duda que es francesa nos sirve, además, una sorprendente y abundante bandeja de crudités, unas piezas de sardina envueltas en hojaldre, mejillones minúsculos y unas humildes, clásicas, patatas fritas de cualquier fabricante. Saben a gloria. La cerveza sienta bien. Bullabesa el año que viene.

Etiquetas: bouillabaisse, bullabesa, Cannes, Costa Azul, Cote d'azur, Francia, sopa
Este artículo fue publicado el martes, 14 octubre 2008 a las 20:00 y archivado en Comiendo. Puede seguir los comentarios de esta entrada a través del RSS 2.0.
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