Erramundo

Time and Oak es una curiosidad muy provocadora que permite hackear el whisky: aseguran haber estudiado el proceso de envejecimiento de los licores en barriles de madera y haber creado un procedimiento para hacerlo en 24 horas en vez de en los meses – muchísimos – que conlleva el pasar de un destilado a secas a algo repleto de aromas y sabores complejos.

Se puede comprar online y me atreví a pedir dos piezas de una de las múltiples variantes aromáticas de que disponen: elegí una con tonos ahumados y que recibí por un total de unos 25 pavos con gastos de envío desde los mismísimos Estados Unidos de América. Tenía el siguiente aspecto:

Las maderitas vienen con sus consiguientes instrucciones:

En el lado contrario se aclara que se puede continuar incrementando durante diez días. Y en algún lado hablan de 72 horas como un buen objetivo a cumplir.

Decido comprar una botella de güisqui irrelevante, es decir DYC de toda la vida. Por sólo 5 euros y algunos céntimos me apropio de tres cuartos de litro de un espirituoso de cuarenta grados y doce meses de presencia en barrica de roble. Tiene, como pueden comprobar, un suave tono amaderado. Pero, para ir más allá con el experimento, me pregunto si podrá hacer lo mismo con el ron, brebaje que me gusta mucho más que el güisqui. Para el reto, elijo un Brugal completamente blanco que adquiero por el extravagante precio – lo digo en serio – de diez euros y algo de cambio.

Encontrar un ron barato y blanco parece haberse vuelto imposible en estos días – al menos en El Corte Inglés de Callao – y evito los rones baratos de colores muy dorados ante la sospecha de alta presencia de caramelo: resuelvo hacer el experimento lo más a pelo posible.

Las maderitas se insertan tal cual. Si el tapón es irrellenable, se saca con un destornillador (o lo que se crea oportuno) y el problema queda resuelto:

A las doce horas (con algún meneíllo de la botella de vez en cuando como proponen las instrucciones) el ron ha adquirido un tono pajizo. El güisqui se siente más oscuro.

Por fin llegan las primeras 24 horas. El color del ron es más ámbar y el güisqui claramente más oscuro. El olor a madera ahumada evidente. La cata del DYC es furiosa: los cuarenta grados me revientan, pero el tono de roble ahumado se siente. Parece un güisqui interesante, pero aún no estoy seguro. El ron, en cambio, ¿aún? no es convincente:

Nueva cata a las 48 horas.

Etiquetas: time and oak

Este artículo fue publicado el domingo, 12 julio 2015 a las 9:28 y archivado en Bebiendo. Puede seguir los comentarios de esta entrada a través del RSS 2.0. Tanto los Comentarios como los Trackbacks han sido desactivados.