Escaldamos los tomates poco después de cortarlos de la mata. Y eso es un privilegio. Cortados en láminas, con una burrata inmensa adquirida en
Trader Joe’s y hojas de albahaca del mismo huerto que los tomates los paladares reclaman repetir y repetir. Hay algo único en el terruño de Pozo: los chiles cortados en finas tiras en cualquier guiso dan un sabor que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo. El picor es suave, nunca tapa el aroma del resto de ingredientes y el propio sabor del chile está presente, vivo y celestial. ¿Por qué salir de allá?.