Voy a
La Bombonera siguiendo órdenes
indianas.
Versvs jura que son los mejores bombones de Madrid, yo seré más gallego: ¿de qué tipo? Pero cumplo las instrucciones y me presento mencionando a mis mentores y pidiendo los de genjibre con no sé qué, que están mortales. En la interacción terminamos de cagarnos en el gobierno, el estado y la madre que los parió y declárandonos
objetores fiscales. Pagados los emolumentos, soy invitado a llevarme el libro que quiera. Sí, el que quiera. «Somos amantes del book-crossing». Así que me llevo a
Haruki Murakami para cerrar el círculo e invitar a
Gemística a que retorne por el barrio y se detenga derrita ante los bombones.