Ginger Boy
domingo, 11 diciembre 2011Voy a decirlo, voy a decirlo. Por muy infumable que sea decirlo: mi vida ha cambiado. Carlos Jimeno me habla a mediodía de un take-away thailandés. Minúsculo, con dos butacas y una barra. Hacen el mejor pad thai de Madrid y seguramente casi nadie lo sabe. Son listos con el márketing y son una extraña coalición multinacional de viajeros cocinando y hoy parece que les toca caer en el imperio. No es de extrañar, competencia reducidísima, gusto por lo oriental creciente. Los rollos vietnamitas saben, efectivamente a vietnamitas. Las sopas pican. Hay lemon grass. Y por diez euros has comido.