Manzanas del caserío de los Lizarralde
Desde que las sientes en la mano, huelen. Han caído del manzano por su propia gravedad. El corte es limpio, la textura fina a pesar del tacto grueso. A los pedazos les añado un chorro de
sirope de arce canadiense del máximo de calidad que se conoce. Y la combinación es una cena de aroma, sabor, sencillez y equilibrio.
Etiquetas: Arrasate, caserío, manzanas, Mondragón, Santa Águeda
Este artículo fue publicado el martes, 12 octubre 2010 a las 18:13 y archivado en Comiendo. Puede seguir los comentarios de esta entrada a través del RSS 2.0.
Tanto los Comentarios como los Trackbacks han sido desactivados.